Compuesta entre 1800 y 1801 y está dedicada a la Princesa de Liechtenstein.
Al igual que la conocida sonata para piano "Claro de Luna", junto con la cual fue publicada bajo el mismo número de catálogo, esta lleva el tÃtulo "Quasi una Fantasia" (Casi una fantasÃa). El término hace referencia al distanciamiento de la forma respecto de la sonata clásica de Mozart y Haydn, fue utilizado por Beethoven con cierta libertad. Si bien sonatas anteriores, como la No. 12, o las de su último periodo, como la No. 29, también introdujeron cambios en el género, llevaron otros tÃtulos, como "Große Sonate für das Hammerklavier" (Gran Sonata para el Piano).
"El genio está compuesto por un 2% de talento y un 98% de constante perseverancia." –L. V. Beethoven.
Información e InscripciónIncluso para sus propios estándares de ruptura de género, Beethoven pasó por una especie de fase experimental en sus sonatas Op.26 y Op.27, y esta, la Op.27 No.1, representa la obra más sorprendente de ese perÃodo. A todos los que lo han tocado les encanta, es un poco oscura y no parece llamativa de inmediato. Pero eso es realmente parte de su diseño, donde Beethoven toma la forma arquetÃpicamente argumentativa, la sonata, y da un carácter básicamente narrativo de fantasÃa, improvisado, episódico.
No hay espacios entre todos los movimientos, que se organizan en orden rápido-lento-rápido-lento. Las conexiones motivacionales son escasas. Cada movimiento llena un vacÃo expresivo del que carece el anterior. El primero es elegante. El segundo; inquieto, ominoso. El tercero; hacia adentro. El cuarto, festivo. No hay un solo movimiento en forma de sonata. Los estados de ánimo cambian constantemente.
El primer movimiento comienza con una melodÃa absurdamente simple, casi trivial. Lo único que socava su total ingenuidad es la cuidadosa articulación que Beethoven indica y los constantes cambios de sonoridad que la animan. La sección C es un contraste tan ridÃculo con esto que casi parece un nuevo movimiento, aunque su armonÃa Do Mayor ya se ha anticipado maravillosamente.
El segundo movimiento es, de nuevo, un ejercicio de articulación, con secuencias de acordes claramente improvisadas y algunas de las escrituras de textura más creativas de Beethoven en el regreso del scherzo. Es uno de esos movimientos extraños que pueden interpretarse de mil maneras y salir ilesos.
El tercer movimiento apenas merece el nombre; una sola melodÃa en tres partes. Y sin embargo, vuelve al final del movimiento final vertiginoso y ya grande, una inyección repentina de sentimiento sincero en un rondo ingeniosamente forjado; la sección de desarrollo es bastante impresionante, lleno de timbres orquestales.